Nuevamente es como llover sobre mojado el tema de aquellos gaiteros, principalmente en el centro del país, que no han podido entender que no basta con amar infinitamente la gaita zuliana para interpretarla en toda su esencia, aun cuando tengan los más encumbrados músicos.
El piano de la gaita zuliana tiene una sandunga que no es salsa ni guaracha, es un “picado” que se deja colar junto al alborozo del cuatro; es una armonía que contagia al compas del bajo. Para entender esto que acabo de escribir un músico debe: primero escuchar, segundo escuchar, tercero escuchar y no cansarse de escuchar la gaita típica y tradicional, la de furro y tambora, la maracaibera.
Hermano, debe entender que la “gaita estilizada” no cala en las venas; no llega hasta el corazón. Ahora, bien, quiero que entiendan que no estoy diciendo que fulano es mal músico, que zutano es mal solista, que no sirven; NO, vuelvo y repito, me refiero a lo que interpretan, a ese disfraz de gaita, a eso me refiero.
Conozco a varios que llevan toda una vida haciendo ese ritmo y mientras más “cachumbambé” le ponen más se encumbran; no quiero nombrarlos porque la idea no es despotricar ni desprestigiar a nadie y porque tienen un lugar bien ganado en el centro del país. Lo cual no crítico, ya que tienen su círculo de seguidores que son de la idea que mientras la gaita sea más estilizada y guapachosa más pone a bailar a la gente y más llenan las pista de los centros nocturnos que los contratan.
Hay buenos y excelentes músicos entre ellos. Reconocidos solistas son utilizados para darle brillo a la producción de la temporada; salseros, románticos y trovadores de reconocida famas, pero, no es ese mi disentimiento; vos me entendéis. Es como decía la señora Carmen Daría a su nieto Wilder, allá en Los Jobitos: “No es los mangos, es la cerca, es la cerca, la cerca...”
No es que yo me crea “la pepa del queso” como ya, anónimamente, me insinuaron y hasta “periodista de pacotilla”, cosa imposible ya que esa no es mi profesión, pero mis años de experiencia como músico y cultor de la gaita zuliana me da la autoridad para opinar al respecto; además que todo el mundo tiene el derecho de expresar libremente su opinión; sea buena o mala, tenga o no tenga razón; para eso está usted, para formarse su propio criterio de acuerdo a su punto de vista.
Recuerdo que por allá en el año 1978 existió un grupo de gaitas, estoy casi seguro que eran de la ciudad de Valencia, el cual estuvo formado por sobresalientes músicos de esa región. Una vez los vi y me parecieron magníficos, con una ejecución impecable, pero su música no me empapó de tradición; no me hizo sentir el calor de la gaita pueblerina, no pude oír el sonar del furro tradicional y las maracas sonoras que conjuntamente con el cuatro le dan una sazón especial a nuestra gaita zuliana.
Del Baúl de aquella época extraigo algunas de esas interpretaciones de la mencionada agrupación, llamada “Los vocalistas”. Se las dejo como reflexión de lo que en este post estoy planteando.
Sé que para algunas personas soy muy incomodo cuando hago este tipo de comentario o crítica y en ese momento paso a ser mal visto, pero como se hace, son gajes del oficio. Sin embargo quiero reiterarles a esas agrupaciones o músicos que lo hago con la mejor intensión de una crítica constructiva y espero que se me entienda.
No puedo dejar de pasar la oportunidad de señalar que los compositores de estas agrupaciones también deben ser cuidadosos ya que pareciera que se juntara el hambre con las ganas de comer; ya que no solo no interpretan la autentica gaita zuliana sino que sus composiciones están muy lejos de serlos.
Hace poco escuche un tema, actualmente en promoción, donde el compositor hace una alegoría de nuestra Virgen de Chiquinquirá que dista mucho del fervor y veneración que por ella sentimos. En esos momentos siento que debemos leer más el libro de Humberto “Mamaota” Rodríguez, “Hablemos de gaitas y gaiteros”, que buena falta hace.
Todos estos comentarios los hago desde lo más profundo de mi corazón, conociendo que muchos de estos afamados no me entenderán y tomaran esta reflexión como que si viniera de un enemigo suyo y no de alguien que quisiera que se dieran cuenta que el camino de arraigarse entre los que amamos este folclor no es ese.
Hermano: eso no es gaita zuliana.
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