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Channel: La gaita del decano
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.- Isla de Providencia

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Ha petición de mi gran amigo Luís José, de “La Gaita Zuliana”, creador del grupo de Whatsapp “GAITEROS EN EL MUNDO” , voy a traer un artículo sobre la Isla Providencia ya que como requerimiento me hizo esta pregunta: “Decano, no se ha escrito una gaita para esa islita que uno ve desde arriba cuando va llegando a Maracaibo?”.
Bueno Luís José en respuesta a tu inquietud va este artículo muy interesante y al final, como de costumbre te colocaré una gaita que se le hiciese al referido lugar.
Helo aquí:


La Isla de Providencia y su historia

La Isla de Providencia es una islaperteneciente a Venezuela. Se encuentra ubicada al Noroeste de este país en el Estado Zulia, en el Lago de Maracaibo, en el área lacustre de la bahía de El Tablazo, a escasos kilómetros de la ciudad de Maracaibo y a pocos minutos en transporte lacustre. Territorialmente, pertenece al Municipio Santa Rita. La isla se puede observar desde la costa de Los Puertos de Altagracia y desde la ciudad de Maracaibo. Su extensión es de tres kilómetros de largo por dos de ancho y su forma es la de un triángulo irregular.



Es de topografía relativamente plana, con vegetación propia del área tropical xerófila con presencia de mangles y arborización implantada de tipo frutal (cocoteros, mangos, nísperos, etc.). Su superficie es de 1 km2. Cuando pasamos el puente “Rafael Urdaneta” sobre el Lago de Maracaibo o Coquivacoa, se le puede ver fácilmente si observamos al norte de esta vía supe lacustre. Si pasas cerca de ella en canoa o lancha se observa poblada de muchos árboles y palmeras, en contraste con otra isla vecina mucho más pequeña y de un aspecto rocoso, que recibe el nombre de Isla de Pájaros, habitada por muchas aves, lo que le confiere precisamente su nombre.

Un poco de su historia

La lepra, enfermedad bíblica, no llegó a Maracaibo sino hasta principios de 1800, cuando los dominicanos llegaron huyendo de la guerra en esa zona colonial y uno de ellos trajo el contagio de la enfermedad. Ha sido identificado como Domingo de La Vega y su fecha de arribo fue 1804. Desde entonces la enfermedad se propagó en la región y por ello el Libertador ordenó por decreto del 5 de septiembre de 1828, el establecimiento de un hospital de leprosos en la isla de Burros, la cual pertenecía a José Simón Peña, pero el Ayuntamiento de Maracaibo la arrendó y luego la compró, dándole el nombre de isla de Los Mártires y más tarde de Providencia. El pasado de esta isla estuvo signado por una historia cruel pues llegó a ser el primer asilo de leprosos construido en Venezuela.
Aunque ninguno de los cronistas hace mención de la existencia de un cacique con el nombre de Mara, se especula, según una leyenda, que la Isla de providencia fue antaño una de las residencias del cacique Mara, y que desde ésta,  él vio llegar los galeones del alemán Ambrosio Alfinger;  primer fundador de la ciudad de Maracaibo. El hermano Nectario María en su obra " Los Orígenes de Maracaibo", afirma que no hay tal Cacique Mara, con ese nombre sino Maracaybo, dicha expresión es un apocope de Maracaibo y que muerto este personaje le sucedió su hijo Guaimaral, quien según cuenta la leyenda, en peregrinaje cerca de Pamplona, se casó con la hermosa Princesa Zulia, a la que amó locamente, pero que desgraciadamente murió en un encuentro con los conquistadores. Muy triste, regresó Guaimaral a los dominios de su padre, bautizando ríos, pueblos y regiones con el nombre de su amada.

Orígenes del Lazareto de Maracaibo

El 5 de septiembre de 1828 el Libertador emite un decreto que declara a la isla de Providencia, conocida en ese momento con el nombre de Isla de Burros, como lazareto a la usanza medieval. Se sabía con certeza que la isla fue cedida por el Libertador a los leprosos, pero, el decreto no estaba por ninguna parte inclusive en la colección de Decretos del Libertador publicada por la Sociedad Bolivariana de Venezuela en 1961.



El Decreto de Simón Bolívar

Refiere el Historiador Carlos Bernardoni, que cuando él era estudiante de medicina, el Dr. Fernando Bermúdez Arias, profesor de laasignatura de historia de la medicina, les asignó a varios alumnos como tarea de final de curso, una investigación sobre alguna patología en los ámbitos mundial, nacional y local. La lepra les pareció la mejor selección debido a que en el país contaban con el insigne Dr. Jacinto Convit; en el Zulia, con la hermosa isla de Providencia y en la Biblia, existen numerosos pasajes dónde se menciona, esta enfermedad que les permitiría cubrir, finalmente, su dimensión mundial.



Para sorpresa de ellos y de sus propios entrevistados, entre quienes figuraban los doctores   José Hernández D´empaire, Adolfo Romero Luengo y Gastón Montiel Villasmil; El Dr. Romero Luengo lo invitó amablemente en el sótano de la sede de la Sociedad Bolivariana de Caracas, a revisar, una colección de decretos publicada por la Presidencia de la República de Colombia en honor del Bicentenario del Libertador en 1983, y finalmente lo encontró, aguardó hasta el final del artículo para verlo.  Sorpresa para él, al saber que la isla de Providencia además de que se llamaba Isla de Burros, también recibió otros nombres, pero finalmente queda con el nombre de Isla de Providencia.

Al lado de la isla de providencia está ubicado un pequeño islote con el nombre de isla de Pájaros. Al mismo Darwin le habría llamado mucho la atención el contraste entre ambas islas tan próximas entre sí que desde la orilla de la población de Palmarejo diera la impresión, que de un salto, se pudiera pasar de una isla a la otra.

El Decreto de simón Bolívar textualmente dice así:

“Simón Bolívar, Libertador Presidente de la república de Colombia, etc.

En vista del informe que me ha dirigido el intendente del departamento del Zulia manifestando la necesidad que hay de que se establezca un hospital de leprosos en la isla de Burros, y considerando que es urgente la necesidad de aquella medida, decreto:

Artículo 1°. Se establecerá en la isla de Burros un hospital de leprosos al cual serán trasladados todos los que haya en el departamento del Zulia.

Artículo 2°. Se aplican para rentas de aquel lazareto el producto del derecho de anclaje de buques que fondeen en el puerto de La Vela de Coro, el de las galleras en todos los cantones del mismo departamento y cualesquiera otras rentas que estén destinadas a éstos establecimientos.

Artículo 3°. El intendente del departamento del Zulia queda autorizado para dictar todas las providencias convenientes a fin de que pueda llevarse a efecto este establecimiento aunque sea con pocos leprosos por ahora, aumentando el número según el ingreso de las rentas.

El ministro secretario de estado en el despacho del interior queda encargado de la ejecución de este decreto.
Dado en Bogotá a 5 de septiembre de 1828.18°.

Simón Bolívar.

Los textos de historia revelan que Simón Bolívar ideó un lugar donde fueran atendidos los pacientes con lepra. El inédito pensamiento del Libertador fue concebido para salvarlos de la indigencia y el rechazo continuo que sufrían por la sociedad. En 1828 promulgó el decreto donde se ordenaba el levantamiento del leprosorio en el lugar conocido, para ese entonces, como la isla de Los Burros. Es por ello que en esta isla se construye el primer hospital anti leproso de Venezuela, un inhóspito lugar que abrigó a más de mil pacientes con lepra. En el decreto se estableció que para el sostenimiento económico se aplicarían las rentas provenientes del derecho de anclaje de los barcos que fondeaban en el Puerto de la Vela de Coro; y de “las galleras” ubicadas en el entonces departamento Zulia.


        En el año 1890, doce monjas pertenecientes a la congregación de las Hermanitas de la Caridad de Santa Ana, dejaron por primera vez sus tierras en Zaragoza, España, para radicarse en la Provincia de Maracaibo en Venezuela. Tres de ellas fueron asignadas al leprosorio de la isla de providencia y el resto se instaló en el Hospitalito, conocido hoy como Hospital Chiquinquirá. Pasado un tiempo otras hermanas pasaron a formar parte del equipo de personas que atendían a los enfermos de lepra. Cabe destacar que estas hermanas son las mismas que atendían a las mujeres que pagaban pena en la cárcel de mujeres de Maracaibo, fundaron en Maracaibo el Colegio Zaragoza, el Colegio Nuestra Señora de El Pilar, La Clínica San Rafael y el Colegio Artesanal de El Pilar en el Sector Las Misiones en Sabaneta, entre otros.

En el período comprendido entre 1901 y 1905, el Ingeniero Centeno Grau realizó el proyecto del Lazareto de Maracaibo. Dicha obra, que fue construida luego, por el arquitecto Alejandro Chataing.

El único acceso a Providencia era y sigue siendo la vía lacustre. Para ese entonces existía una embarcación exclusividad de la isla para el transporte de personal de enfermos y todo aquello que cubriera las necesidades de los isleños. Ese transporte era llamado “El Bongo”, que era una especie de piragua. Cuando llegaba con algún enfermo, que en su mayoría venían de la región andina, el capitán del Bongó pitaba fuertemente antes de atracar avisando la llegada de un “nuevo mártir”. El único propósito de alejarlos cruelmente de su tierra de origen y hasta de sus familiares era el de evitar el contacto con los demás, el rechazo incontrolable de la sociedad y la supuesta propagación de la lepra por todo el territorio venezolano.
En esta isla se fue levantando un poblado con todas las de la ley, todo ello con el fin de evitar el contacto de los leprosos con tierra firme. En el leprosorio de la isla de Providencia fueron construidas instalaciones hospitalarias y comunales, entre ellas: 17 pabellones de hospitalización distribuidos para hombres y mujeres, una prefectura, una cárcel, plazoletas, dos iglesias (una protestante y otra católica), una biblioteca, un cementerio, una escuela de artes y oficios, un cine, una oficina de correos, un mercado y casas para los enfermos que vivían en pareja. También erigieron una de las plazoletas, a pocos metros de la orilla del lago de Maracaibo y muy cerca del muelle, donde llegaban los bongos. La isla también contaba con un club y otras infraestructuras, ya que, los internos no podían salir jamás al mundo exterior. Entre sus muros el doctor Jacinto Convit desarrolló la vacuna contra la lepra, que permitió la cura a esta enfermedad.
Para el año 1951, se construyeron alrededor de 70 casas que albergarían a los enfermos que convivían con sus parejas, que eran víctimas de la enfermedad. También se levantaron edificaciones con aproximadamente 20 habitaciones, una cárcel, dos iglesias (una católica y otra protestante). De todo eso, solo quedan rastros.



Los suministros y el personal que trabajaba en el hospital eran llevados a la isla en un bongo bajo estricta supervisión.Aún queda el reflejo de una piedra que por 154 años sirvió de estancia a la Virgen del Carmen, patrona de la isla. En su honor, realizaban procesiones por todo el borde de la isla encabezadas por Fray Simeón Díaz de La Rosa. Este sacerdote de origen español fue todo un personaje dentro de la isla y en vida decía que su deseo más ferviente era sepultar sus restos allí.
Providencia fue su refugio, su trabajo… en pocas palabras su terruño. A pesar de que el gobierno les daba una pensión y todo lo que necesitaban para subsistir en la isla, no les agradaba ser unos mantenidos. Es por ello que tenían sus sembradíos, cultivados por los mismos enfermos, quienes los vendían a los que iban dos veces por semana a surtirlos de carne, pollos, legumbres y agua potable.
En providencia, los enfermos estaban muy lejos de sentirse presos, porque convirtieron esa isleta en una comunidad con visos de pueblo-ciudad. Las rentas que devengaban de Puerto de la Vela de Coro, según lo establecido por Simón Bolívar en el decreto, producían suficientes entradas para el sustento económico de los enfermos. Tanto es así, que permitieron la construcción de pabellones de hombres y de mujeres, cines, dos iglesias, la casa de las enfermeras y unos inmensos tanques para conservar el agua que consumían, pero como dice Pierina Bravo en su trabajo consultado, titulado Piel de Providencia Isla Olvidada: “… Pero en verdad, existió mucho más de lo que estas pieles nos dejan ver.”


Las monedas del leprosorio de Isla de providencia

Otro mundo, eso era el leprosorio construido en la isla Providencia, franja de tierra ubicada en el estrecho del Lago de Maracaibo, en aguas del actual municipio Santa Rita, para albergar a los pacientes con lepra. Tan aislados estuvieron estos enfermos, que hasta una moneda fue creada para realizar sus transacciones comerciales.
Para principios del siglo XX habían en Venezuela 3 leprosorios, 2 en Maracaibo “Lazareto Nacional Maracaibo” y “Leprosería Nacional Isla de Providencia” así como una en el Distrito Capital “Leprosería Nacional Cabo Blanco”, para la época había la falsa creencia de que el mal de Hansen o Lepra se contagiaba al tocar lo que había tocado el enfermo, esta es la razón para que se crearan con fines profilácticos monedas de circulación restringida para ser usadas exclusivamente en los leprosorios.


En 1913 y 1916 se acuñaron en Maracaibo las denominaciones de Bs. 20; Bs. 10; Bs. 5; Bs. 2; Bs. 1; Bs. 1/2; Bs.1/8 (una locha) y 5 Céntimos, con las siguientes características: anverso, la leyenda circular Lazareto Nacional y la fecha de la acuñación, separada por estrellas de cinco puntas, en el medio de la moneda en una línea horizontal la palabra Maracaibo; reverso, la denominación correspondiente de la moneda. Perteneciente a las primeras emisiones oficiales emitidas para las Leprosería Nacional Maracaibo. Las monedas fueron fabricadas de latón, no se tiene información de cuantas se emitieron y las que existen están bastantes gastadas debido al mucho tiempo que estuvieron en circulación.



La unidad monetaria empleada por los pacientes del mal de Hansen se diferenciaba de las que circulaban en el resto de la región, subrayaron los historiadores Vladimir Gamboa y Gustavo Ochoa en su obra “La Lepra, las leproserías y sus monedas en Venezuela”. Igual ocurrió en leproserías de otras regiones.
“A fin de evitar que la población sana tuviese contacto con los enfermos, además recluirlos en los leprosorios, se elaboraron monedas para su uso específico, pues se tenía la creencia errada que el contacto con las monedas usadas por los leprosos podía contagiar”.

 

  
Eran consideradas monedas, pues tenían “valor facial o valor de canje”, y por lo tanto no eran medallas, y mucho menos fichas, pues no estaban emitidas por particulares. No obstante, tenían circulación restringida, pues a pesar de ser emisiones oficiales, respaldadas por el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, no fueron de uso público, sino que estuvo restringido al uso de los enfermos en los leprosorios.

Una de las formas para el intercambio comercial consistía en cambiar las verdaderas monedas que eran llevadas a los enfermos por sus familiares. Los encargados del leprosorio otorgaban a los pacientes la cantidad de dinero que recibían, pero en monedas para leprosos. Era una manera de restringir la circulación de estas al mundo exterior.

Los primeros intentos para la elaboración de estas unidades se remontan a los años 1887 y 1898. Por esos años se ensayó con una moneda de un cuarto de real (una locha) y un octavo de bolívar (una locha), para el Lazareto Nacional de Maracaibo, asentaron Gamboa y Ochoa. Fue en 1913 cuando fueron acuñadas las monedas oficiales para el lazareto de Maracaibo. “Se acuñaron los valores de un octavo, medio, uno, dos, cinco, 10 y 20 bolívares. Las monedas llevaban señalado por su anverso, alrededor del borde superior y en forma circular: Lazareto Nacional. En el centro del campo y en línea horizontal se leía la palabra Maracaibo, y en el borde inferior de una línea curva estaba la fecha de 1916”.


En 1939 el lazareto pasó a llamarse Leproserías Nacionales Isla de Providencia, hecho que obligó a cambiar las monedas. Se emitió una serie de seis denominaciones, agregaron. Muchas monedas fueron rescatadas gracias a coleccionistas que se preocuparon por ubicar los entierros que se hacían en el Lago para deshacerse de lo que se consideraba material contagioso

De Isla de Providencia a Palito Blanco

En 1983 por iniciativa de la Dra. Alcalá de Monzón siendo gobernador del estado Zulia el también médico Dr. Auvert se decide trasladar a un hospital, recién construido en “Palito Blanco” la población de la isla. Las protestas no se hicieron esperar, porque se contraviene el decreto del propio Libertador, además que esos enfermos contaban en la isla con su propio espacio y arraigo, donde cultivaban sus propias verduras y legumbres, pescaban y criaban sus propias gallinitas. En el museo Rafael Urdaneta se exhiben cartas, monedas de nuevo cuño de la Isla de Providencia, que de verdad vale la pena ir a ver, si al lector le interesa el tema.
  


Definitivamente, todos fueron desalojados en el año 1984, una vez que el científico venezolano Dr. Jacinto Convit inventó una vacuna contra la Lepra. Con los adelantos de la medicina moderna esta terrible enfermedad fue totalmente erradicada y los enfermos de esta isla pudieron ser curados y el hospital cerró. Los pocos que quedaban en recuperación fueron trasladados a un nuevo hospital llamado “Cecilia Pimentel”, terminado de construir en 1986 en un sector cercano a Maracaibo, con el nombre de Palito Blanco en la vía  a La Concepción, Municipio Jesús Enrique Lossada.


Desde la carretera se puede observar el hospital o “reclusorio” en el cual fueron a parar los últimos afectados por esta  enfermedad ya erradicada y la triste vida que llevan quienes aún no abandonan el lugar, bien sea, porque no tienen familia que se ocupe de ellos o porque sus familiares los han dejado abandonados en el lugar.
El triste final de todo esto es que la isla fue abandonada y desde entonces está deshabitada y en ruinas. Actualmente es propiedad de la Fundación Niños Cantores del Zulia.


Lo extraño de todo esto, es por qué los hicieron desalojar la isla y los obligaron a mudarse al referido “hospital” o reclusorio si prácticamente en la isla lo tenían todo: paz, tranquilidad, convivencia en armonía con los demás afectados de lepra. Era su pueblo, su residencia donde nadie los rechazaba y disfrutaban de todas las comodidades y se satisfacían de todas sus necesidades primarias. En cortas palabra, donde vivían mejor que en ninguna otra parte. Inclusive algunos nacieron en la Isla.
El desalojo definitivo de la isla que se dio el 20 de agosto de 1985 y la construcción del nuevo hospital en tierra firme, fue para muchos de los pacientes del leprosorio un golpe bajo. Ya nada sería igual para ellos. Ya Se acabaron las tardes de juegos, no tendrían un cine a donde ir. Los domingos no serían días de compartir ni de cocinar juntos; solamente les quedaba el ocio y la inactividad. Lo que no entendieron nunca los que propusieron la idea de desalojarlos, es que la isla era su hogar más que un hospital, donde solo vivían los de su misma condición y a pesar de que el ingreso o visitas de sus familiares sanos era muy restringido, se fueron adaptando de tal manera que formaron sus propias familias, naciendo entre ellos una hermandad y un apego a su pequeña tierra que preferían morir antes de volver a la soledad que les ofrecía nuestra sociedad.

También me preguntó ¿Por qué no se respetó el decreto del Libertador Simón Bolívar donde claramente está explicito que se les otorgó esa isla para que hicieran de ella su lugar de origen?  Si se hubiera aprovechado la desocupación de los enfermos para hacer de la isla algo provechoso que hubiera beneficiado al estado hubiera sido otra cosa, pero lo lamentable fue que inmediatamente que desalojaron todas sus instalaciones fueron depredadas por muchos antisociales en búsqueda de falsas riquezas y algunos que otro pescador que aprovecho el material de las edificaciones de la isla, para mejorar su rancho.
En la actualidad solo quedan restos de algunos edificios; como lo son: el pabellón del leprosorio, el cine, algunas casas de los antiguos pobladores, vestigios de lo que fue la iglesia y el cementerio de la isla, entre otros. Es lamentable que no se pueda visitar hoy porque se encuentra a su total abandono, lo que la ha convertido en un verdadero “pueblo fantasma” y en una zona bajo la jurisdicción de bandidos depredadores, según cuentan los pobladores de costa firme.



En la década delos años 80 del pasado siglo XX, el padre Ocando Yamarte promocionó un macro proyecto para la isla de Providencia, que recibía el nombre de “La Isla de los Niños del Mundo”. Éste consistía en la construcción de un gran parque temático, estilo Disney con una serie de atracciones que incluía un inmenso acuario con la fauna lacustre representativa del Lago de Maracaibo, que estaría ubicada dentro del cuerpo gigante de una ballena. Contaría también con una imagen colosal de Santa Rita o de la Virgen Chiquinquirá que se podría observar inclusive de noche, desde las dos costas del estrecho del lago de Maracaibo ya que contaría con un sistema de luces y reflectores de colores que permitirían visualizarla. Para llegar a la isla se utilizaría un sistema de transporte fluvial y una especie de monorriel que sería construido desde el puerto de Palmarejo hasta la isla. También han aparecido proyectos de algunos arquitectos, como tesis de grado o ascenso, para la construcción de una red hotelera que permitiría el desarrollo del turismo en el lago de Maracaibo.



Hasta el presente, los espacios de la isla no han sido rescatados, pero recientemente han sido utilizados por los aspirantes a Policía Nacional Bolivariana del Centro de Formación Zulia de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) para realizar las prácticas policiales correspondientes a las unidades curriculares Uso Progresivo y Diferenciado de la Fuerza (UPDF) y Uso de la Fuerza Potencialmente Mortal (UFPM).
Se puede decir, que durante más de un siglo, en Providencia habitó la exclusión, que no sólo quedó retratada en el aislamiento de seres humanos, sino en un sistema monetario ideado por la paranoica creencia de que el mal se difundiría por el intercambio de monedas entre los sanos y los enfermos de lepra.


Una isla de un kilómetro cuadrado yace sobre el Lago de Maracaibo, bordeada de verdes manglares y llena de olvido. Hoy sus habitantes son su historia, los recuerdos y la soledad, después de haber albergado a los seres humanos más rechazados de esa época y de contar con el leprosorio más grande que existía para la época. En sus 154 años como leprosorio, albergó a más de mil pacientes. Cientos de restos, reposan en “La garita”, cementerio con vista al este y ubicado al norte de Providencia, tapeado totalmente por la vegetación que lo cobija.


Bibliográficas y hemerográficas:

Arrieta Orlando. Historia de la Medicina en el Zulia. Maracaibo, 1987.

Besson Juan.Historia del Estado Zulia (5 tomos). Editorial Hermanos Belloso Rossell.1943.

Bravo, Pierina. Trabajo de investigación sobre la isla de Providencia, titulado “Piel de Providencia Isla Olvidada”, publicado en su Blog: pierinabravoblogspot.com, Maracaibo, lunes 25 de junio de 2012.

Catalogo Numismático de Venezuela

Hernández Rafael. Providencia, Maracaibo 2009.

Instituto de Patrimonio Cultural (IPC)
Nectario. María (Hmno). Los orígenes de Maracaibo.Editorial: Universidad Del Zulia, Maracaibo - Venezuela, 1959
Onofri del Villar, Annabella.  Compartido públicamente en su blog: Tersadelvillarblogspot.com (26/06/2012).
Simón Bolívar. Decreto donde establece un hospital de leprosos en la isla de Burros (Hoy isla de providencia).

Fuentes referenciales:

Hernández, Luís Guillermo/ Jesús Ángel Parra. Diccionario general del Zulia (2 vols.). 1999. Maracaibo, Banco Occidental de Descuento (BOD), Editorial Arte, Caracas.

Fuentes Orales:
Cruz Alejandro Salazar Zaíd (Prof.). Profesor del Colegio El Pilar, quien aportó la mayor información que aparece sobre las Hermanitas de la Caridad de Santa Ana, en entrevista realizada en su casa de habitación, el día 5 de julio de 2014.
Fotografías:
Fotos: Google/ oferta de venta de monedas que circulaban en Isla de providencia.
Fotos del leprosorio, de Adalceinda del Villar
Fotos Blog de Pierina Bravo.

Lcdo. Iván José Salazar Zaíd
Miembro de Número de la Academia
De Historia del estado Zulia



PIEDAD A LA ISLA DE PROVIDENCIA
Autor: Ángel Lubo E Isaías Báez
Cantan Violeta Maldonado y Henry González
Conjunto Guaicaipuro de Cabimas – 1967


Jack hermanito, échanos la bendición.

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